jueves, 5 de junio de 2008

PLATON






INTRODUCCION



Platón (c. 428-c. 347 a.C.), filósofo griego, uno de los pensadores más originales e influyentes en toda la historia de la filosofía occidental.

Las obras más famosas, fueron los diálogos de Platón. Por tanto este se considera el filósofo más ameno.

Estudió matemáticas y música, cultivó igualmente la poesía. Recibió sus primeras lecciones de Cratilo y luego de Sócrates. Su método filosófico es la dialéctica. Murió al cumplir 82 años, siendo enterrado en el jardín de la Academia.
Para él la filosofía es una empresa en la cual entra en juego el destino último del hombre, ligada con la virtud. Platón "propende más bien a afirmar que el hombre puede conocer verdaderamente, y trata ante todo de averiguar cuál sea el objeto genuino del conocimiento".

El método de Platón consiste en procurar dialécticamente una clara exposición de la teoría del conocimiento.

Sin duda alguna todo el pensamiento de Platón, al igual que toda su vida, gira en torno a un fuerte esfuerzo, hacia lo absoluto y trascendente. "Para Platón el objeto del verdadero conocimiento ha de ser estable y permanente, fijo, susceptible de definición clara y científica".

Platón distingue dos modos de realidad, una, a la que llama inteligible, y otra a la que llama sensible. La realidad inteligible, a la que denomina "Idea", tiene las características de ser inmaterial, eterna.

CONCLUSION


Este nos deja su enseñanza de sus primeras ideas y ensayos.
Nos afirma también que el hombre puede conocer verdaderamente y averiguar el objeto del conocimiento.
Sin duda que el pensamiento de Platón gira en torno a su vida.

martes, 27 de mayo de 2008



Biografía de PLATON

Platón (c. 428-c. 347 a.C.), filósofo griego, uno de los pensadores más originales e influyentes en toda la historia de la filosofía occidental.

Los primeros años

Platón nació en Atenas, (o en Egina, según otros, siguiendo a Favorino), probablemente el año 428 o el 427 a. c. de familia perteneciente a la aristocracia ateniense, que se reclamaba descendiente de Solón por línea directa. Su verdadero nombre era Aristocles, aunque al parecer fue llamado Platón por la anchura de sus espaldas, según recoge Diógenes Laercio en su "Vida de los filósofos ilustres", anécdota que ha sido puesta en entredicho. Los padres de Platón fueron Aristón y Perictione, que tuvieron otros dos hijos, Adimanto y Glaucón, que aparecerán ambos como interlocutores de Sócrates en la República, y una hija, Potone.

A la muerte de su padre, siendo niño Platón, su madre contrajo nuevas nupcias con Pirilampo, amigo de Pericles, corriendo la educación de Platón a su cargo, por lo que se supone que Platón pudo haber recibido una enseñanza propia de las tradiciones democráticas del régimen de Pericles.

En todo caso, Platón recibió la educación propia de un joven ateniense bien situado, necesaria para dedicarse de lleno a la vida política, como correspondía a alguien de su posición. Según Diógenes Laercio llegó a escribir poemas y tragedias, aunque no podamos asegurarlo. También fue discípulo del heracliteano Cratilo, noticia esta que tampoco parece posible confirmar. La vocación política de Platón está constatada por sus propias declaraciones, en la conocida carta VII; pero su realización se vio frustrada por la participación de dos parientes suyos, Cármides y Crítias, en la tiranía impuesta por Esparta luego de la guerra del Peloponeso, conocida como la de los Treinta Tiranos, y que ejerció una represión violenta y encarnizada contra los lideres de la democracia. Sin embargo, el interés político no le abandonará nunca, y se verá reflejado en una de sus obras cumbre, la República.



La influencia de Sócrates


En el año 407, a la edad de veinte años, conoce a Sócrates, quedando admirado por la personalidad y el discurso de Sócrates, admiración que le acompañará toda la vida y que marcará el devenir filosófico de Platón. No parece probable que Platón mantuviera una relación muy intensa con el que consideró su maestro, si entendemos el término relación en su sentido más personal; sí es cierto que entendida en su sentido más teórico la hubo, y de una intensidad que raya en la dependencia. Pero también sobre su relación con Sócrates hay posiciones contradictorias. El que no estuviera presente en la muerte de Sócrates ha hecho pensar que no pertenecía al círculo íntimo de amigos de Sócrates; sin embargo, parece que sí se ofreció como aval de la multa que presumiblemente la Asamblea impondría a Sócrates, antes de que cambiara su decisión por la condena a muerte.



Primeros viajes

En el año 399, tras la muerte de Sócrates, Platón abandona Atenas y se instala en Megara, donde residía el filósofo Euclides que había fundado una escuela socrática en dicha ciudad. Posteriormente parece que realizó viajes por Egipto y estuvo en Cirene, (noticias ambas, aunque probables, difíciles de contrastar, no habiéndose referido Platón nunca a dichos viajes, por lo que también es probable que luego de una breve estancia en Megara regresara a Atenas) yendo posteriormente a Italia en donde encontraría a Arquitas de Tarento, quien dirigía una sociedad pitagórica, y con quien trabó amistad.
Invitado a la corte de Dionisio I, en Siracusa, se hizo amigo de Dión, que era cuñado de Dionisio, y con quien concibió la idea de poner en marcha ciertas ideas políticas sobre el buen gobierno que requerían la colaboración de Dionisio. Al parecer, las condiciones de la corte no eran las mejores para emprender tales proyectos, ejerciendo Dionisio como tirano de Siracusa; irritado por la franqueza de Platón, según la tradición, le retuvo prisionero o lo hizo vender como esclavo en Egina, entonces enemiga de Atenas, siendo rescatado finalmente por un conciudadano que lo devolvió libre a Atenas.


La Academia


Una vez en Atenas, en el año 388-387, fundó la Academia, nombre que recibió por hallarse cerca del santuario dedicado al héroe Academos, especie de "Universidad" en la que se estudiaban todo tipo de ciencias, como las matemáticas (de la importancia que concedía Platón a los estudios matemáticos da cuenta la leyenda que rezaba en el frontispicio de la Academia: "que nadie entre aquí que no sepa matemáticas"), la astronomía, o la física, además de los otros saberes filosóficos y, al parecer, con una organización similar a la de las escuelas pitagóricas, lo que pudo comportar un cierto carácter secreto, o mistérico, de algunas de las doctrinas allí enseñadas. La Academia continuará ininterrumpidamente su actividad a lo largo de los siglos, pasando por distintas fases ideológicas, hasta que Justiniano decrete su cierre en el año 529 de nuestra era.


Últimos viajes

En el año 369 emprende un segundo viaje a Siracusa, invitado por Dión, esta vez a la corte de Dionisio II, hijo de Dionisio I, con el objetivo de hacerse cargo de su educación; pero los resultados no fueron mejores que con su padre; tras algunas dificultades (al parecer estaba en situación de semi-prisión) consigue abandonar Siracusa y regresar a Atenas. También Dión tuvo que refugiarse en Atenas habiéndose enemistado con Dionisio I, donde continuará la amistad con Platón. Unos años después, en el 361, y a petición de Dionisio II, vuelve a realizar un tercer viaje a Siracusa, fracasando igual que en las ocasiones anteriores, y regresando a Atenas en el año 360 donde continuó sus actividades en la Academia, siendo ganado progresivamente por la decepción y el pesimismo, lo que se refleja en sus últimas obras, hasta su muerte en el año 348-347.




Platón (en griego Πλάτων) (circa. 427 adC/428 adC – 347 adC) fue un filósofo griego, alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, de familia nobilísima y de la más alta aristocracia. Durante su juventud luchó como soldado en las guerras del Peloponeso de las cuales Atenas salió derrotada, y el poder y la economía que ostentaba sobre el mundo griego cayó en las manos de Esparta. Entre sus obras más importantes se cuentan los Diálogos y La República (en griego Πολιτεια, politeia, "forma de gobernar - ciudad"), en la cual elabora la filosofía política de un estado ideal; el Fedro, en el que desarrolla una compleja e influyente teoría psicológica; el Timeo, un influyente ensayo de cosmología racional influida por las matemáticas pitagóricas; y el Teeteto, el primer estudio conocido sobre filosofía de la ciencia.


Fue fundador de la Academia de Atenas, donde estudió Aristóteles. Participó activamente en la enseñanza de la Academia y escribió sobre diversos temas filosóficos, especialmente los que trataban de la política, ética, metafísica y epistemología. Las obras más famosas de Platón fueron sus diálogos. Si bien varios epigramas y cartas también han perdurado.


Los diálogos de Platón tienen gran vitalidad y frecuentemente incluyen humor e ironía. Por su método expositivo se considera a Platón el filósofo más ameno.


A Sócrates lo menciona frecuentemente en los diálogos. Cuánto del contenido y de los argumentos es obra de Sócrates o de Platón, es difícil decir, por cuanto Sócrates no dejó evidencia escrita de sus enseñanzas; esta ambigüedad es la que se conoce como el “problema socrático”. No hay duda, sin embargo, que Platón fue influido profundamente por las enseñanzas de Sócrates; de hecho sus primeras ideas y ensayos lucen como adaptaciones de las de Sócrates.



Obras. "Los Diálogos", "Critón", "Fedón", "Fedro", "Gorgias", "El Banquete", "La República", entre muchas otras.


Pensamiento. Platón toma el método de Sócrates, complementándolo muy pronto en doble sentido. . Platón toma el método de Sócrates, complementándolo muy pronto en doble sentido. En realidad, resulta bastante difícil explicar el pensamiento de Platón de acuerdo al concepto común de filosofía. Platón busca dar respuesta a un gran conjunto de problemas que ya venían siendo planteados desde los presocráticos, pero que al ser iluminados con su genio adquieren un sentido nuevo y más profundo.


. Platón "propende más bien a afirmar que el hombre puede conocer verdaderamente, y trata ante todo de averiguar cuál sea el objeto genuino del conocimiento".


Sin duda alguna todo el pensamiento de Platón, al igual que toda su vida, gira en torno a un fuerte esfuerzo, hacia lo absoluto y trascendente. "Para Platón el objeto del verdadero conocimiento ha de ser estable y permanente, fijo, susceptible de definición clara y científica".


El alma según Platón


Pese a que se inspira en las doctrinas de los pitagóricos y en el orfismo, Platón podría ser tenido por el fundador de la psicología racional. Cabe destacarse, no obstante, que su pensamiento se modifica considerablemente al respecto a través del tiempo y recurre con frecuencia a mitos y explicaciones simplemente probables. Platón pensaba pues, que descubrir cómo es el alma era una tarea divina y demasiado extensa. El hombre, lo único que podía aspirar es a hablar de semejanzas.


La psicología desarrollada por Platón tiene una intencionalidad:

Etica: Probar la necesidad de controlar las necesidades instintivas del cuerpo y asegurar una retribución futura al que practica la justicia, contra el inmoralismo de algunos sofistas.

Gnoseológicas: Establecer la posibilidad de conocer las Ideas.


División tripartita del alma

El alma racional
Inmortal, inteligente, de naturaleza "divina" y fisicamente ubicada en el cerebro.

El alma irrascible
Mortal, fuente de pasiones nobles y situada físicamente en el torax.

El alma apetitiva
Mortal, fuente de pasiones innobles ubicada en el abdomen.



La teoría del alma también podría ser interpretada como dualista en el sentido que una parte de ella es inmortal y otra, ligada al cuerpo, es mortal.
La Teoría de las Ideas

La teoría de las Ideas representa el núcleo de la filosofía platónica, el eje a través del cual se articula todo su pensamiento. No se encuentra formulada como tal en ninguna de sus obras, sino tratada, desde diferentes aspectos, en varias de sus obras de madurez como "La República", "Fedón" y "Fedro". Por lo general se considera que la teoría de las Ideas es propiamente una teoría platónica, pese a que varios estudiosos de Platón, como Burnet o Taylor, hayan defendido la tesis de que Platón la había tomado directamente de Sócrates. Los estudios de D. Ross, entre otros, han puesto de manifiesto las insuficiencias de dicha atribución, apoyando así la interpretación más generalmente aceptada.

La formulación tradicional
Tradicionalmente se ha interpretado la teoría de las Ideas de la siguiente manera: Platón distingue dos modos de realidad, una, a la que llama inteligible, y otra a la que llama sensible. La realidad inteligible, a la que denomina "Idea", tiene las características de ser inmaterial, eterna, (ingenerada e indestructible, pues), siendo, por lo tanto,ajena al cambio, y constituye el modelo o arquetipo de la otra realidad, la sensible, constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", y que tiene las características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la generación y a la destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la realidad inteligible.

La primera forma de realidad, constituida por las Ideas, representaría el verdadero ser, mientras que de la segunda forma de realidad, las realidades materiales o "cosas", hallándose en un constante devenir, nunca podrá decirse de ellas que verdaderamente son. Además, sólo la Idea es susceptible de un verdadero conocimiento o "episteme", mientras que la realidad sensible, las cosas, sólo son susceptibles de opinión o "doxa". De la forma en que Platón se refiere a las Ideas en varias de sus obras como en el "Fedón" (el alma contempla, antes de su unión con el cuerpo, las Ideas) o en el "Timeo" (el Demiurgo modela la materia ateniéndose al modelo de las Ideas), así como de la afirmación aristotélica en la "Metafísica" según la cual Platón "separó" las Ideas de las cosas, suele formar parte de esta presentación tradicional de la teoría de las Ideas la afirmación de la separación ("khorismós") entre lo sensible y lo inteligible como una característica propia de ella.


El dualismo sensible/inteligible
Una de las primeras consecuencias que se ha extraído de esta presentación tradicional de la teoría de las Ideas es, pues, la "separación" entre la realidad inteligible, llamada también mundo inteligible ("kósmos noetós") y la realidad sensible o mundo visible ("kósmos horatós"), que aboca a la filosofía platónica a un dualismo que será fuente de numerosos problemas para el mantenimiento de la teoría, y que Aristóteles señalará como uno de los obstáculos fundamentales para su aceptación.


Lo inteligible
En cuanto a las Ideas, en la medida en que son el término de la definición universal representan las "esencias" de los objetos de conocimiento, es decir, aquello que está comprendido en el concepto; pero con la particularidad de que no se puede confundir con el concepto, por lo que las Ideas platónicas no son contenidos mentales, sino objetos a los que se refieren los contenidos mentales designados por el concepto, y que expresamos a través del lenguaje. Esos objetos o "esencias" subsisten independientemente de que sean o no pensados, son algo distinto del pensamiento, y en cuanto tales gozan de unas características similares a las del ser parmenídeo. Las Ideas son únicas, eternas e inmutables y, al igual que el ser de Parménides, no pueden ser objeto de conocimiento sensible, sino solamente cognoscibles por la razón. No siendo objeto de la sensibilidad, no pueden ser materiales. Y sin embargo Platón insiste en que son entidades que tienen una existencia real e independiente tanto del sujeto que las piensa como del objeto del que son esencia, dotándolas así de un carácter trascendente. Además, las Ideas son el modelo o el arquetipo de las cosas, por lo que la realidad sensible es el resultado de la copia o imitación de las Ideas. Para los filósofos pluralistas la relación existente entre el ser y el mundo tal como nosotros lo percibimos era el producto de la mezcla y de la separación de los elementos originarios (los cuatro elementos de Empédocles, las semillas de Anaxágoras o los átomos de Demócrito); también Platón deberá explicar cuál es la relación entre ese ser inmutable y la realidad sometida al cambio, es decir entre las Ideas y las cosas. Esa relación es explicada como imitación o como participación: las cosas imitan a las Ideas, o participan de las Ideas.

Lo sensible
Por su parte la realidad sensible se caracteriza por estar sometida al cambio, a la movilidad, a la generación y a la corrupción. El llamado problema del cambio conduce a Platón a buscar una solución que guarda paralelismos importantes con la propuesta por los filósofos pluralistas: siguiendo a Parménides hay que reconocer la necesaria inmutabilidad del ser, pero el mundo sensible no se puede ver reducido a una mera ilusión. Aunque su grado de realidad no pueda compararse al de las Ideas ha de tener alguna consistencia, y no puede ser asimilado simplemente a la nada. Es dudoso que podamos atribuir a Platón la intención de degradar la realidad sensible hasta el punto de considerarla una mera ilusión. La teoría de las Ideas pretende solucionar, entre otros, el problema de la unidad en la diversidad, y explicar de qué forma un elemento común a todos los objetos de la misma clase, su esencia, puede ser real; parece claro que la afirmación de la realidad de las Ideas no puede pasar por la negación de toda realidad a las cosas.
La teoría del conocimiento: la teoría platónica

La teoría del conocimiento en Platón


La primera explicación del conocimiento que encontramos en Platón, antes de haber elaborado la teoría de las Ideas, es la teoría de la reminiscencia (anámnesis) que nos ofrece en el Menón. Según ella el alma, siendo inmortal, lo ha conocido todo en su existencia anterior por lo que, cuando creemos conocer algo, lo que realmente ocurre es que el alma recuerda lo que ya sabía. Aprender es, por lo tanto, recordar. ¿Qué ha conocido el alma en su otra existencia? ¿A qué tipo de existencias del alma se refiere? Platón no nos lo dice, pero no parece que esté haciendo referencia a sus anteriores reencarnaciones. El contacto con la sensibilidad, el ejercicio de la razón, serían los instrumentos que provocarían ese recuerdo en que consiste el conocimiento. La teoría de la reminiscencia volverá a ser utilizada en el Fedón en el transcurso de una de las pruebas para demostrar la inmortalidad del alma, pero Platón no volverá a insistir en ella como explicación del conocimiento.
En la República nos ofrecerá una nueva explicación, la dialéctica, al final del libro VI, basada en la teoría de las Ideas. En ella se establecerá una correspondencia estricta entre los distintos niveles y grados de realidad y los distintos niveles de conocimiento. Fundamentalmente distinguirá Platón dos modos de conocimiento: la "doxa" (o conocimiento sensible) y la "episteme" (o conocimiento inteligible). A cada uno de ellos le corresponderá un tipo de realidad, la sensible y la inteligible, respectivamente. El verdadero conocimiento viene representado por la "episteme", dado que es el único conocimiento que versa sobre el ser y, por lo tanto, que es infalible. Efectivamente, el conocimiento verdadero lo ha de ser de lo universal, de la esencia, de aquello que no está sometido a la fluctuación de la realidad sensible; ha de ser, por lo tanto, conocimiento de las Ideas.
Platón nos lo explica mediante la conocida alegoría de la línea. Representemos en una línea recta los dominios de los sensible y lo inteligible, uno de ellos más largo que el otro, y que se encuentre en una relación determinada con él, nos dice Platón. Dividamos cada uno de dichos segmentos según una misma relación, igual a la precedente. Sobre la parte de la línea que representa el mundo sensible tendremos dos divisiones: la primera correspondiente a las imágenes de los objetos materiales -sombras, reflejos en las aguas o sobre superficies pulidas-, la segunda correspondiente a los objetos materiales mismos, a las cosas -obras de la naturaleza o del arte-. De igual modo, sobre la parte de la línea que representa el mundo inteligible, la primera división corresponderá a las imágenes (objetos lógicos y matemáticos), y la segunda a los objetos reales, las Ideas.
Ahora bien, si el mundo sensible es el mundo de la opinión (doxa) y el mundo inteligible el dominio de la ciencia (episteme) estamos autorizados a formular la proposición siguiente: la opinión es a la ciencia lo que la imagen es al original. Las imágenes de los objetos materiales dan lugar a una representación confusa, que llamaremos imaginación (eikasía); los objetos materiales dan lugar a una representación más precisa, que comporta la adhesión del sujeto que las percibe, y a la que llamaremos creencia (pístis); por su parte, en el mundo inteligible, las imágenes de las Ideas (objetos matemáticos) dan lugar a un conocimiento discursivo (diánoia), mientras que las Ideas mismas da lugar a un conocimiento intelectivo (nóesis), el conocimiento de la pura inteligencia. La dialéctica es, pues, el proceso por el que se asciende gradualmente al verdadero conocimiento, al conocimiento del ser, de lo universal, de la Idea.
Las nociones matemáticas, que de una parte reflejan las Ideas puras, pero por otra parte sólo pueden traducirse con la ayuda de símbolos sensibles, nos proporcionan el tipo de las nociones mixtas de la diánoia: las matemáticas se fundan sobre hipótesis a las que consideran como principios a partir de los cuales deducen sus consecuencias, representando así la actividad del razonamiento discursivo. La nóesis ¿en qué se diferencia entonces de la diánoia? Por supuesto, en que se dirigen a objetos de conocimiento distintos, si seguimos la interpretación de Aristóteles en la "Metafísica" (987 b 14 y siguientes) según la cual Platón establecía una diferencia entre las Ideas y los objetos matemáticos en el sentido de considerar a estos como realidades intermedias entre las formas (Ideas) y las cosas sensibles. Pero también en cuanto a su naturaleza, pues la nóesis, aunque partiendo de las hipótesis de la diánoia pretende rebasarlas remontándose hasta los primeros principios, las Ideas, mediante el recurso a una abstracción pura, descendiendo luego hasta las conclusiones que se derivan de esos primeros principios, pero sin valerse en ningún momento de imágenes sensibles. Esta distinción entre la diánoia y la nóesis ha dado lugar a numerosas disputas, tanto respecto a su naturaleza y funciones como en cuanto a la posibilidad misma de su distinción ¿cómo se justifica, en efecto, la afirmación de que existen dos tipos de razón?. Platón tampoco da muchas indicaciones al respecto, ni en la República ni en otras obras posteriores; sí aporta, al comienzo del libro VII de la República, una interpretación figurada de la alegoría de la línea a través del conocido mito de la caverna. Pero, en la medida en que se recurre a un mito para explicar la alegoría de la línea, las dificultades de la interpretación permanecen.
Textos de Platón

El mito de la caverna (República, VII)


La Alegoría de la caverna es una explicación metafórica, realizada por Platón en el VII libro de La República, de la situación en que se encuentra el ser humano respecto del conocimiento. Así Platón explica su teoría de la existencia de dos mundos: el mundo sensible (conocido a través de los sentidos) y el mundo de las ideas (solo alcanzable mediante la razón).
Platón describió en su mito de la caverna una gruta cavernosa, en la cual permanecen desde el nacimiento unos hombres hechos prisioneros por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas, de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna y no pueden escapar. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de lejanía respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al mundo, a la naturaleza. Por el pasillo del muro circulan hombres cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver.
En este mito, el ser humano se identifica como los prisioneros. Las sombras de los hombres y de las cosas que se proyectan, son las apariencias, es decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real (región sensible). Las cosas naturales, el mundo que está fuera de la caverna y que los prisioneros no ven, son el mundo de las ideas, en el cual, la máxima idea, la idea de Bien, es el sol. Uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna conociendo así el mundo real. Es este prisionero ya liberado el que deberá guiar a los demás hacia el mundo real, es el símbolo del filósofo.
La situación en la que se encuentran los prisioneros de la caverna representa el estado en el que permanecen los seres humanos ajenos al conocimiento; únicamente aquellos capaces de superar el dolor que supondría liberarse de las cadenas y volver a mover sus entumecidos músculos, podrán contemplar el mundo de las ideas con sus infrautilizados ojos.
Este tipo de alegoría, en la que pone de manifiesto cómo los humanos podemos engañarnos a nosotros mismos o forzados por poderes fácticos, es repetida durante la historia por muchos filósofos u otros autores.
Podríamos afirmar que en el extraño y bello mito de la caverna se concentra lo más profundo de todo su pensamiento. El mito, haciendo uso de imágenes dotadas de una gran fuerza descriptiva, muestra pluralidad de aspectos de su pensamiento: la visión de la naturaleza humana, la teoría de las ideas, el doloroso proceso mediante el cual los humanos llegamos al conocimiento, etc. El mito, lleno de sublimes metáforas y abierto a pluralidad de interpretaciones, es fuente permanente de inspiración para los artistas y para los pensadores en general.
En el mito, Platón relata la existencia de unos hombres cautivos desde su nacimiento en el interior de una oscura caverna. Prisioneros de las sombras oscuras propias de los habitáculos subterráneos; además, atados de piernas y cuello, de manera que tienen que mirar siempre adelante debido a las cadenas sin poder nunca girar la cabeza. La luz que ilumina el antro emana de un fuego encendido detrás de ellos, elevado y distante.
Llegados aquí, Platón, por boca de Sócrates, nos dice que imaginemos entre el fuego y los encadenados un camino elevado a lo largo del cual se ha construido un muro, por este camino pasan unos hombres que llevan todo tipo de figuras que los sobrepasan, unas con forma humana y otras con forma de animal; estos caminantes que transportan estatuas a veces hablan y a veces callan. Los cautivos, con las cabezas inmóviles, no han visto nada más que las sombras proyectadas por el fuego al fondo de la caverna -como una pantalla de cine en la cual transitan sombras chinas- y llegan a creer, faltos de una educación diferente, que aquello que ven no son sombras, sino objetos reales, la misma realidad.
En éstas, Glaucón, el interlocutor de Sócrates, afirma que está absolutamente convencido que los encadenados no pueden considerar otra cosa verdadera que las sombras de los objetos. Debido a la obnubilación de los sentidos y la ofuscación mental se hallan condenados en tomar por verdaderas todas y cada una de las cosas falsas. Una vez Sócrates ha comprobado que Glaucón ha comprendido la situación, le explica que si uno de estos cautivos fuese liberado y saliese al mundo exterior tendría graves dificultades en adaptarse a la luz deslumbradora del sol; de entrada, por no quedar cegado, buscaría las sombras y las cosas reflejadas a el agua; más adelante y de manera gradual se acostumbraría a mirar los objetos mismos y, finalmente, descubriría toda la belleza del cosmos. Asombrado, se daría cuenta de que puede contemplar con nitidez las cosas, apreciarlas con toda la riqueza polícroma y en el esplendor de sus figuras.
No acaba aquí el mito, sino que Sócrates hace entrar de nuevo el prisionero al interior de la caverna para que dé la buena noticia a aquella gente prisionera de la oscuridad y esclavizada, haciéndoles partícipes del gran descubrimiento que acaba de hacer, a la vez que debe procurar convencerles de que viven en un engaño, en la más abrumadora falsedad. Infructuoso intento, aquellos pobres enajenados desde la infancia le toman por un loco y se ríen de él. Incluso, afirma Sócrates, que si alguien intentase desatarlos y hacerlos subir por la empinada ascensión hacia la entrada de la caverna, si pudiesen prenderlo con sus propias manos y matarlo, le matarían; así son los prisioneros: ignorantes, incultos y violentos.

PLATON

Nacido de una familia de abolengo ateniense con larga historia de participación en la política de la ciudad, intervino en la vida pública tan pronto como se lo permitió la edad. Pero la realidad que vivió –la Dictadura de los Treinta tras la derrota frente a Esparta, el régimen democrático que siguió después y que condenó a muerte a su maestro Sócrates lo hizo cambiar de rumbo. "Entonces –dice en una carta–me comenzó todo a dar vueltas con vértigo de náuseas, y llegué a la convicción de que todas las actuales constituciones de los pueblos son malas. Y me vi impelido a cultivar la auténtica filosofía… maestra de lo que es bueno y justo tanto en la vida pública como en la vida privada."
Dos motivos lo alientan: uno, defender y continuar la obra de Sócrates; el otro, defender la idea de ciudad-estado como unidad política, económica y social independiente.
La doctrina de las ideas
Sócrates había enseñado a buscar la esencia de las cosas, la esencia de la justicia, la esencia del valor, abstrayéndolas de los casos particulares en que se encuentra justicia o valor. Pero ¿existe la justicia por sí sola o únicamente existen actuaciones humanas justas? ¿Existe el valor o sólo actuaciones humanas valientes? Existe la esencia del triángulo o sólo objetos individuales con forma de triángulo?.
Heráclito había enseñado que todo cambia permanentemente. ¿Cómo podemos conocer lo que cambia si lo que conocimos en un instante es otra cosa después? Conocer supone que lo conocido permanece pero los heraclianos aseguran que nada permanece. Si todo cambia, ¿cómo puede defender Platón a su maestro Sócrates cuando éste dice que la areté es conocimiento y cuando pide que busquemos las esencias de las cosas? ¿Existen las esencias? Parménides había dicho que existe una substancia simple, inmóvil e inmutable, conocida sólo por nuestra inteligencia; los datos que nos proporcionan los sentidos son simplemente ilusión.
Platón creyó resolver el problema afirmando que las esencias existen y se refirió a ellas con la palabra griega idea que significa patrón, arquetipo, modelo; más aún, ellas son la verdadera realidad; los seres de que nos informan los sentidos no son simple ilusión como decía Parménides pero tampoco tienen una realidad propia; son como proyecciones pobres y limitadas de las ideas, pero ciertamente "participan" de ellas y eso les da una apariencia de ser. Este mundo físico está en el espacio y en el tiempo, por eso es cambiante, múltiple, divisible. En cambio las ideas no están en el espacio ni en el tiempo, son espíritu, no cambian, son eternas.
Las actuaciones justas que vemos en los hombres son participación –aunque débil y limitada de la forma perfecta de justicia. ¿Por qué llamamos nosotros "justa" a esa actuación? ¿Teníamos de antemano el concepto de justicia? Platón dice que sí.
El alma humana –la parte del hombre que conoce– es individual, supraterrena, indivisible, por tanto inmortal. Solamente cuando es entregada a los "instrumentos del tiempo" se une con el cuerpo y comienza a tener percepciones sensibles. Ha tenido muchas vidas terrenas. Antes de ellas y entre unas y otras, conoció las formas eternas o tuvo vislumbres de ellas. Las ha olvidado porque el cuerpo la esclaviza, pero ciertas cosas que los sentidos le permiten percibir en torno de ella la hacen recordar lo que antes había conocido. Por eso podemos calificar de "justas" a ciertas actuaciones de los hombres, de valientes otras, de prudentes otras. Dar con las esencias de las cosas es recordar bien lo que conocíamos antes.
La percepción de los sentidos, que el cuerpo hace posible, despierta el recuerdo de las formas eternas que son lo real y verdadero. Abierto ese camino, el filósofo sigue por él, dominando los deseos del cuerpo para liberar al alma y permitirle dedicarse al conocimiento de las formas perfectas. (Platón hace decir a Sócrates que la filosofía es una preparación para la muerte porque prepara al alma a quedarse permanentemente en el mundo de las ideas).
Así son los filósofos que Platón quiere gobiernen las ciudades, como veremos enseguida. Para ellos el poder político no será una tentación sino una carga que soportan por el bien de la comunidad. Su vida no será fácil pero será feliz porque han alcanzado la sabiduría.

Lo bueno
De las enseñanzas de los sofistas –que las leyes son meros convencionalismos humanos y que la dike de la naturaleza permite al fuerte hacer lo que le plazca– derivaba una conclusión: el deber no tiene sentido, bueno es lo que agrada. Amanecía el hedonismo. Sócrates y Platón se dedicaron a negar la igualdad entre bueno y agradable.
Sócrates primero insistía en la necesidad de conocer qué es lo bueno. Hay cosas agradables al principio y dañinas después, por tanto lo agradable sin más no nos asegura lo bueno. Nos acercamos más a lo bueno si pensamos en lo que es beneficioso siempre y nunca daña. Pero, ¿nos estamos quedando en un egoísmo calculador?
No era eso lo que Sócrates quería. Usaba ese tipo de argumentación para voltear contra los sofistas sus propias palabras. Pero, si nos quedamos con la palabra beneficioso, hay una pregunta más que hacer: ¿beneficioso para qué?
Para Platón todo tiene fin, función (ergon). Cumplir con ese fin es el bien de cada cosa. Hacerlo presupone una areté: el estado en que cada cosa realiza mejor su ergon. El carpintero que hace una lanzadera no la hace a su capricho sino teniendo en mente el uso que le dará el tejedor. Los que construyen un barco ordenan todas sus partes, subordinan todas sus partes al propósito de navegar. También el ser humano tiene un fin y por eso hay una areté específicamente humana –un estado óptimo del alma humana que permite al hombre alcanzar su fin.
En la República se busca cuál es ese estado optimo del alma humana al que también llaman dikaiosyne (lo que es propio del ser humano, palabra generalmente traducida por justicia). Como en el lenguaje corriente la palabra alude principalmente a las relaciones entre los hombres, en la República se considera apropiado hablar primero del estado óptimo de estas relaciones en la ciudad y hasta después del hombre en sí. Comencemos, pues, con la areté o la dikaiosyne de la ciudad.

El bien de la ciudad
Al principio dijimos que Platón quiere defender la idea de ciudad-estado como unidad política, económica y social independiente. Retrocedamos un poco. El dominio de Filipo y Alejandro de Macedonia sobre Grecia terminó con la autonomía de las ciudades-estados, aunque, en verdad, éstas venían en decadencia desde hacía un tiempo.
En las antiguas ciudades, estado y religión eran una sola cosa. Conviene aclarar esta afirmación para no proyectar en el pasado cosas del presente: no es que la iglesia estuviese subordinada al estado o el estado a la iglesia; no había palabra para lo que hoy entendemos por iglesia ni existía nada parecido a iglesia fuera del estado mismo. El culto que daban a los dioses eran festivales oficiales de la ciudad y se participaba en ellos como ciudadano. La religión no era un asunto personal sino ciudadano. Por tanto, poner en duda la religión era poner en duda las bases de todo el orden social.
Tales dudas se venían sembrando. Los filósofos de la naturaleza, de que hemos hablado antes, decían que los dioses probablemente existían de una forma diferente a la trasmitida por tradición homérica; los sofistas enseñaban que no se podía saber nada de los dioses y que éstos nada tenían que ver con las leyes de las ciudades –hechas y deshechas por los hombres. Un tercer ataque a la antigua religión provenía de movimientos místicos, generalmente basados en escritos atribuidos a Orfeo, cuya religión era asunto personal, totalmente separado de los deberes ciudadanos.
Platón había renunciado a la actividad política pero pensaba mucho sobre la vida política y comprendía la decadencia. Quiso revertirla. Había que volver a la antigua ciudad-estado pero sin los errores, desórdenes y abusos de la envilecida democracia griega. Gentes inmorales e incapaces gobernaban para su propio beneficio. Platón quiere ordenar toda la ciudad al bien de la ciudad.
Su maestro Sócrates lo había enseñado heroicamente con su muerte. En el diálogo Critón, el discípulo insta al maestro a huir de la cárcel y de la ciudad para escapar de la muerte. Sócrates responde: "si estando ya en el paso mismo de escaparnos de aquí... llegaran las Leyes... y preguntaran: dime Sócrates, ¿qué es lo estás pensando hacer? ¿Que piensas con esta obra que estás emprendiendo destruirnos a nosotras las Leyes y en cuanto está de tu parte a la Ciudad entera? ¿O crees que puede persistir sin arruinarse aquella Ciudad en que las decisiones judiciales nada puedan y en que los particulares las anulen y depongan de su señorío? ¿Qué responderemos, Critón, a estas y semejantes cosas?" (1)
Para Platón el bien o fin de la ciudad es que los que en ella vivan lo hagan tan plena y felizmente como sea posible (y uno recuerda las sencillas palabras con que comienza la constitución de los Estados Unidos: "Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, con miras a formar una unión más perfecta, instaurar la justicia, asegurar la tranquilidad interna, proveer para la defensa común, promover el bienestar general y garantizar las bendiciones de la libertad…"). Como las partes de un barco tienen distintas funciones, todas subordinadas a la buena navegación, así las partes de la ciudad deben cumplir su propia función contribuyendo al orden y bienestar del todo.
Las partes de la ciudad son sus ciudadanos a quienes Platón agrupa en tres clases según sus intereses o inclinaciones. La clase más numerosa es la de los dedicados a satisfacer las necesidades económicas; unos proporcionan alimentos, otros artesanías, otros intermedian como comerciantes; son personas que dan más importancia a las cosas de los sentidos. Luego viene la clase de los guardianes y guerreros, encargados del orden y defensa de la ciudad; su característica es el valor; como de ellos saldrán los dirigentes de la ciudad, reciben educación especial; no podrán tener familia ni propiedades para que lo personal no los distraiga de los intereses de la ciudad; las mujeres de esta clase reciben la misma educación que los varones y participan en las guerras. En las Leyes, escritas en la vejez, Platón suaviza estas durezas, permitiendo la familia y la propiedad, pero todavía allí limita la propiedad, porque la codicia es la fuente de todos los males del estado. De entre los guerreros se escogen los mejor dotados y entre los 20 y 30 años se los somete a más formación. Los que sobresalen pasan a la tercera clase de la sociedad, los "guardianes perfectos" cuya su función es gobernar y cuyo rasgo sobresaliente es la inteligencia; porque son filósofos perfectos serán capaces de poner la verdad como base de todos los asuntos.
La areté (virtud) o la dikaiosyne (justicia) de la ciudad consiste en que cada clase cumpla sus funciones en armonía con las otras clases. Este es el estado óptimo de la ciudad, el que la permite alcanzar su fin, su bien.
Los fundadores de los Estados Unidos trataron de evitar los abusos de los gobernantes por medio de la separación de los poderes; con el mismo fin Platón separó a los gobernantes de la actividad económica; quien está interesado en riquezas bien puede dedicarse a ellas, pero no puede gobernar. Los abusos de los gobernantes, sin embargo, no se quedan sólo en lo económico. ¿Cómo los previene Platón? Pareciera que confía en la santidad de sus filósofos, aunque, como hemos visto, no les tuvo confianza en asuntos de bienes materiales.

El bien del hombre individual
Todos conocemos situaciones como esta: se tiene mucha sed pero al mismo tiempo se sospecha que el agua disponible está envenenada. Algo te dice que satisfagas tu sed y algo te dice que te abstengas. En esta lucha interna Platón descubre que el alma también tiene "partes". Está amaneciendo la psicología. La parte que te dice que es mejor abstenerse, a la que Platón llama razón, es la que tiene capacidad de pensar y su función es conocer lo espiritual. A la que te dice que bebas la llama deseo y su funcíon es atender las exigencias del cuerpo, las de alimentación, salud, reproducción. Pero Platón ve más: unas personas efectivamente resisten, otras ceden; por tanto el alma tiene otra parte más, la que decide; la llama thymos; a ella pertenecen los afectos nobles como la ira, la ambición, el valor, la esperanza; es lo que hoy llamamos fuerza de voluntad y su función es servir como de brazo ejecutivo de la razón, someter a la razón toda el alma humana.
El estado óptimo del alma humana, su areté o dikaiosyne es la colaboración armoniosa de las tres partes bajo la dirección de la razón.
Las dificultades que ofrecía el planteamiento hedonista de los sofistas quedan definitivamente superadas con este planteamiento de Platón. El bien del hombre no sólo no es igual al placer sino que es asunto enteramente de otro orden: la saludable organización del alma.
Nótese que, sin las tres partes del alma, Platón no hubiese podido agrupar a los habitantes de la ciudad en las tres clases en que los agrupó. Las inclinaciones e intereses de los hombres varían con el influjo de una u otra parte del alma. En el alma de los que se inclinan por los asuntos económicos influye más el deseo; en los guardianes y guerreros, el thymos; en los filósofos, la razón.
Sócrates había dicho que los hombres escogían el mal por ignorancia; si lograban conocer el bien, escogían el bien. Ahora vemos que, si el alma humana no está bien ordenada, el deseo puede superar a la razón. Sócrates tuvo una formidable fuerza de voluntad en su vida, pero no comprendió su importancia. Dio un paso genial hacia la verdad al enseñarnos que la virtud es conocimiento, pero Platón lo supera con otro paso genial al reconocer que podemos tener conflictos dentro del alma y que necesitamos una voluntad obediente a la razón para resolverlos bien.

Comienza la teología natural
Los sofistas conocían lo que habían dicho los filósofos de la physis y trataban de valerse de esas enseñanzas para defender su obsesión: la contradicción entre ley y naturaleza. Teorías como la de Demócrito, en que toda la naturaleza se explica con átomos en movimiento sin que nadie sepa por qué se mueven, les permitía afirmar que todo es producto de azar.
En el capítulo 10 de las Leyes, donde se trata de los crímenes contra la religión, hay un resumen de estas afirmaciones.
Lo importante es la naturaleza, que es fuerza irracional y por eso puede también ser llamada azar. Todo –las estrellas, las estaciones, los animales, las plantas– son resultado de combinaciones casuales de la materia.
Los hombres inventaron el arte y el designio que se oponen a la naturaleza. Las leyes no existen en la naturaleza, son invención humana. Los dioses mismos son invento humano.
La vida de acuerdo a la naturaleza es ser más fuerte que los otros y no someterse a ninguna ley.
Platón responde que el arte y el designio son naturaleza y, por tanto, no se oponen a ella. El arte y el designio son obra de la inteligencia y la inteligencia es lo más alto de la naturaleza. No sólo lo más alto, la inteligencia es la causa de todo lo demás.
Afirma esto basándose en su análisis del movimiento, entendido éste como cualquier cambio de las cosas. El movimiento puede ser automovimiento cuando su origen está dentro de lo que se mueve. También puede ser movimiento externo, cuando es provocado desde fuera de lo que se mueve; pero estos movimientos externos nos llevan, al final, a un automovimiento. El automovimiento es, por tanto, anterior a los movimientos externos. Puede comunicar movimiento a todos los demás porque tiene en sí mismo la fuente del movimiento.
¿Conocemos algo a lo que podamos llamar "auto-motor"? Sólo una cosa: el alma, la psyche, el principio de la vida. El alma es anterior a todo lo demás y es causa de todo lo demás.
Si el alma es anterior al cuerpo, los atributos del alma son anteriores a los atributos materiales. La inteligencia y la voluntad son anteriores al tamaño y la fuerza. La primera causa es el designio inteligente y no una fuerza irracional, como decían los sofistas.
Ahora bien, Platón conoce la existencia del mal moral y de movimientos "irregulares" y eso lo hacen pensar que en el universo actúan también almas depravadas. El alma racional actúa ordenadamente, como se ve en los movimientos cósmicos, en los de las estrellas, en los del día y la noche; su regularidad indica que están regulados por una inteligencia. El alma más alta de todas, origen de todos los movimientos, es por necesidad la más perfecta y la mejor.
Este razonamiento de Platón no lleva, estrictamente hablando, al puro monoteísmo, pero prepara el terreno para el argumento de Aristóteles. Además, Platón busca a Dios por otros caminos: "…si existen cosas más o menos perfectas, más o menos bellas y buenas, más o menos dignas de amor…, necesariamente debe haber un ser en quien la bondad, la belleza y la perfección estén en estado puro, y que es la razón de la belleza y de la bondad de todos los otros seres. Y se remonta así hasta el verdadero Dios, trascendental y distinto del mundo, que se lo representa como la Bondad misma, el Bien absoluto, el Bien en persona, si así puede decirse." (2)
Al final de su vida decía que los hombres somos propiedad de Dios. Sólo Él tiene los hilos y dirige nuestra vida. "Las cosas humana no son por ello dignas de tomarse muy en serio". Pero al hombre justo y moralmente bueno siempre le amará. Es su amigo.

Evaluación de Maritain
"Los errores de Platón derivan sobre todo, al parecer, de sus prejuicios apasionados por la cultura matemática, que lo conduce a menospreciar la realidad empírica. También provienen de un concepto demasiado ambicioso de la filosofía, en la cual Platón, aunque más discretamente que los sabios de Oriente, habría pretendido encontrar la purificación, la salvación y la vida de los hombres.
Tanto es así que, por causa de esos principios de error latentes en el platonismo, se verán más tarde relacionarse con Platón, más o menos directamente, todas las grandes quimeras filosóficas que tienden por diversos caminos a considerar al hombre como un espíritu puro.
En Platón mismo, en cambio, esos principios de error se mantuvieron en una atmósfera demasiado pura para que pudieran dar su fruto y vaciar la esencia misma del pensamiento. Por esta razón un San Agustín podrá aprovechar tantas verdades del viejo tesoro de la filosofía de este pensador.
El pensamiento de Platón es amplísimo y quiere abarcar todas las cosas en un solo abrazo. Pero su sabiduría superior y maravillosamente intuitiva le impide fijar en una doctrina definitiva muchas cuestiones que deja sin precisar. En muchos puntos débiles, en los que otro insistiría, él pasa adelante. De modo que lo que en otros es una nota de imperfección –la vaguedad, la imprecisión, lo inacabado y ese modo de exposición, más estético que científico, en el que procede por metáforas y símbolos, proceder que Santo Tomás juzga con severidad– de hecho es en él una ventaja y preserva de una deformación demasiado perjudicial, las verdades que con su genio supo conquistar. Desde este punto de vista podría decirse que el platonismo es falso, si se lo toma como sistema definitivo; pero si se lo considera como algo transitorio, como un movimiento hacia algo superior a él, el platonismo ha constituido en la formación de la filosofía un magnífico monumento de transición."
platon

jueves, 22 de mayo de 2008

INTRODUCCION

Gracias a los conceptos u conocimientos, que la filosofía a desarrollado entre si. Conoceremos el Realismo, Idealismo, Empirismo, y el Apriorismo, como son interpretados de diferentes maneras en la filosofía.
Estos, poniendo a prueba nuestra vida intelectual, dando a conocer sus diferentes conocimientos de conocer la realidad, usando la razón, sentidos experiencias, etc.
Cada uno teniendo su propia manera de pensar y desarrollar.

Realismo: se percibe por los sentidos. Este adapta la teoría del conocimiento poniendo lugar en duda la vida.

Idealismo: considera que la realidad esta en el mundo de las ideas. El conocimiento influye en la realidad conocida.

Empirismo: los conocimientos están en la experiencia y no en la razón.

Apriorismo: este plantea la temática del conocimiento por causas, conocimiento con valor científico.
CONCLUSION

Los temas como el Realismo, Idealismo, Empirismo y el Apriorismo, son interpretados de diferentes maneras en la filosofia. Por lo cual nos dejan gran enseñanza, debido a los conocimientos dados y entregados. Y asi poniendo a prueba nuestro conocimiento y desarrollo personal, mostrandonos diferentes conocimientos de como conocer la REALIDAD.

martes, 20 de mayo de 2008

APRIORISMO


La noción de a priori se halla ligada a la de a posteriori. Un simple acercamiento al significado del vocablo indica una relación de anterioridad, frente a la secundariedad del segundo término. Desde el punto de vista filosófico, estos términos tienen unos significados paralelos a los de lenguaje vulgar. Pero, siguiendo la tradición filosófica, se puede desarrollar su estudio bajo un doble punto de vista: lógico y, principalmente, gnoseológico.
Aspecto lógico. Lógicamente hablando, el término a priori se encuentra entrelazado con la teoría de la demostración. Cuando Aristóteles habla (Anal. post., I, 2, 71 b) de que la demostración es un silogismo que produce ciencia, ya está planteando la temática del conocimiento por causas, único conocimiento con valor científico.
Aspecto gnoseológico. Desde el punto de vista gnoseológico el a priori viene ligado al concepto de razón pura, independientemente de la experiencia, y al hecho de ser una forma necesaria que hace posible el conocimiento.
EL EMPIRISMO: DEFINICIÓN


"El empirismo es un movimiento filosófico cuyas ramificaciones son múltiples. El único rasgo común a todas ellas es no admitir más que un medio de conocimiento: la experiencia".
Para esta doctrina, el origen de nuestros conocimientos no está en la razón, sino en la experiencia, ya que todo el contenido del pensamiento, primera ha tenido que pasar por los sentidos.
"Nuestra mente es un papel en blanco y sólo al contacto de los sentidos con las cosas, empieza a grabar impresiones".
No es nada fácil distinguir el empirismo del escepticismo, ya que sus fronteras son comunes. El más exigente de los empiristas modernos, David Hume, se declara escéptico.
"Para el empirismo, la tesis del racionalismo, de que existen ideas innatas, es totalmente inexacta". Pues si fuera así no tendría ninguna razón de ser el aprendizaje, y todas las personas estaríamos de acuerdo en las mismas verdades.
El empirismo "simultáneamente intenta reducir la razón a la sensibilidad y demostrar que el conocimiento sensible es el único conocimiento válido."
Una de las actitudes que mantienen los empiristas, es la actitud que insiste en los hechos, en oposición a las utopías teóricas, así como a las fantasías y a las interpretaciones especulativas.
Por parte del empirismo, el progreso ha consistido en ampliar y profundizar su base hasta encontrar en algunas experiencias una forma de llegar a la metafísica.










IDEALISMO



En filosofía, Idealismo designa las teorías que —en oposición al Materialismo— sostienen que la realidad extramental no es cognoscible tal como es en sí misma, y que el objeto del conocimiento está pre formado o construido por la actividad cognoscitiva.

Principios y variantes
Las distintas variantes de idealismo postulan distintos principios que modelan y conforman nuestra imagen del mundo de una manera determinada;
la entidad en sí de lo real permanece en principio incognoscible, aunque la reflexión permita aproximarse asintóticamente a un conocimiento más refinado, en las teorías del idealismo subjetivo o trascendental.
En el caso de las teorías del idealismo objetivo, esta doctrina epistemológica se complementa con la teoría metafísica de que el objeto conocido no tiene más realidad que su ser pensado por el sujeto; mediante la auto conciencia de éste, la verdadera esencia del objeto se devela como la actividad subjetiva de pensamiento como algo real y no abstracto.
La definición que antecede corresponde, dentro de las escuelas filosóficas, al idealismo alemán y en concreto a Kant. No obstante Kant es al mismo tiempo materialista, pues contempla la existencia del mundo exterior, independientemente del hombre, cognoscible para éste, aunque no en su totalidad; la cosa en sí es para Kant un residuo del idealismo. El objeto del conocimiento es, y es una perogrullada, conocer, y ello no es una actividad exclusiva del hombre. Esta oposición formal o académica, que de suyo se comprende, oculta sin embargo la esencia de la filosofía, es decir, la relación entre el ser y el pensar; dualismo entre ambos o identidad. ¿Es el mundo "real" como lo muestran nuestros sentidos? o ¿es parte sí, parte no? ¿Puede el hombre conocer la cosa en sí de Kant; la esencia de la materia?
El idealismo distingue, por lo tanto, entre
el fenómeno, objeto en tanto que es conocido (como "aparece" frente a los sentidos y la inteligencia),
y el noúmeno, que es el objeto tal como sería en sí mismo.

El idealismo considera que la realidad no es independiente del sujeto cognoscente o pensante sino una consecuencia de su actividad.

Es preciso no confundir los tres sentidos siguientes de la palabra “idealismo”:
· en el lenguaje corriente llamamos idealista a toda persona que cree imprescindible la realización de un ideal.
· algunos autores llaman idealista a la filosofía platónica porque este autor afirmó que la realidad estaba en el mundo de las Ideas, y no en la realidad sensible que se ofrece a los sentidos.
· en la historia de la filosofía el sentido más propio de este término no es el primero ni el segundo: llamamos idealista al filósofo para el cual la realidad es una consecuencia de la actividad del sujeto.
Cuando se indica que para el idealismo la realidad es consecuencia de la actividad del sujeto no se quiere decir nada de lo anterior. Esa actividad no es la de los órganos corporales del sujeto, y la realidad creada de este modo no es una mera fantasía. El idealismo considera que en el acto de conocimiento el sujeto que conoce influye en la realidad conocida, que la mente está sometida a unos procesos o mecanismos que determinan y construyen la realidad del objeto conocido. Un ejemplo claro de idealismo es el de la filosofía kantiana: Kant creyó que la mente impone la realidad conocida, características que son consecuencia de la propia naturaleza de la mente (el tiempo y el espacio, por ejemplo).
El idealismo filosófico se contrapone al realismo filosófico. Podemos comprender qué es el idealismo si lo comparamos con el realismo, la posición filosófica opuesta:
1) para el realismo:
. La realidad conocida existe aunque nosotros no la conozcamos;
2) sin embargo, para el idealismo:
. La realidad conocida tiene existencia sólo en la medida en que nosotros la conocemos.


Realismo Filosófico

Término utilizado para dos orientaciones doctrinales distintas de la epistemología. En la filosofía moderna, el término realismo se aplica a la doctrina que manifiesta que los objetos comunes percibidos por los sentidos, como mesas y sillas, tienen una existencia independiente del propio ser percibido. En este sentido, es contrario al idealismo de filósofos como George Berkeley o Immanuel Kant. En su forma extrema, llamado a veces realismo ingenuo, se piensa que las cosas percibidas por los sentidos son en rigor lo que parecen ser. En versiones más complejas, a veces denominadas como realismo crítico, se da alguna explicación de la relación entre el objeto y el observador que tiene en cuenta la posibilidad de que tengan lugar ilusiones, alucinaciones y otros errores de la percepción. En la filosofía medieval, el término realismo hacía referencia a una posición que consideraba las formas platónicas, o conceptos universales, como reales. Esta posición se llama ahora realismo aristotélico. En la filosofía de Aristóteles, un nombre común, como cama, se refiere a la naturaleza ideal del objeto, sugerida por su definición, y esta naturaleza ideal tiene una existencia metafísica independiente de los objetos particulares de esta clase. Así, la circularidad existe aparte de los círculos particulares, la justicia, independientemente de los individuos o Estados justos particulares, y la idea de cama, independientemente de las camas particulares. En la edad media, esta posición fue defendida frente el nominalismo, que negaba la existencia de tales universales. Los nominalistas afirmaban que los muchos objetos llamados por un único nombre no comparten nada sino sólo dicho nombre. El término medio entre estas dos posiciones incluía el realismo moderado, que afirmaba que los universales existen en los objetos del mismo tipo pero no independientes de ellos, y el conceptualismo, que mantenía que los universales podrían existir con independencia de los objetos de un tipo particular, pero sólo como una idea de la mente, no como una entidad metafísica que existe en sí misma.
El término realismo es mal interpretado con facilidad en su aplicación a la filosofía. No significa ni defensa de un mundo natural, ni oposición al idealismo (el opuesto de éste sería, en todo caso, el empirismo), ni siquiera está ligado de forma directa o explícita con la verdad. Las tesis fundamentales de todo realismo se pueden enunciar como sigue:
- el objeto de conocimiento es independiente del sujeto de conocimiento,
- en lo fundamental, el conocimiento del objeto no es diferente del objeto.
La razón por la que el término realismo se aplica a corrientes filosóficas muy diferentes entre sí es la naturaleza del objeto. Puede ser material, pero también un objeto espiritual, una creación matemática, una idea, una teoría científica etc.
REALISMO: DEFINICIÓN

"Realismo es el nombre que se da a una posición adoptada en la teoría del conocimiento o en la metafísica. En ambos casos, el realismo no se opone al nominalismo, sino al idealismo". El realismo a su vez concede un lugar a la duda en la vida intelectual, pero considera la vida universal como la muerte de la inteligencia.
Para el realismo el espíritu humano puede conocer al ser "en sí", y la verdad no es otra cosa, que la conformidad del juicio con la realidad.